Indults


M'ho van demanar per a
Religión digital, un portal d'àmbit espanyol. Van fer un petit reportatge amb opinions de cristians de divers pelatge de Catalunya. Això és el que jo els vaig enviar:

En primer lugar creo que debo aclarar que no soy independentista y que, como muchos otros, he vivido con sufrimiento y angustia el” procés” desde sus inicios.

Valoro y agradezco como un gesto pacificador y valiente canalizar las aspiraciones independentistas a través del diálogo político y del compromiso democrático, porque, aunque no las comparta en absoluto,  me parecen legítimas. También creo que es un paso adelante por parte de Junqueras aceptar que los indultos pueden contribuir a rebajar la tensión. Deseo que ERC sea capaz de mantenerse firme una vez llegados aquí, porque la estabilidad no es marca de la casa, y les hemos escuchado discursos contradictorios en los últimos meses.

En cuanto a los presos, yo creo que habría que diferenciar diversas situaciones. No es lo mismo la actuación de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, activistas que dirigieron  las grandes manifestaciones en los días previos a la consulta del 1 de octubre, que la responsabilidad de los políticos que cometieron un gran número de irregularidades poco o nada democráticas hasta la declaración de la DUI.

Las actividades por las que fueron juzgados Cuixart y Sánchez fueron pacíficas, aunque dieron pie a los desórdenes propios de los grandes movimientos de masas. Creo que su juicio fue absolutamente injusto y las penas desmesuradas. Creo que sería pertinente en su caso una amnistía. Y además esta desmesura judicial huele a reducción de la libertad de expresión, como ya se ha visto últimamente en otros casos.

Por lo que respecta a los políticos, tenían conocimientos y asesores legales a los que se negaron a escuchar, usaron con finalidades partidistas los medios públicos de comunicación, dieron apariencia de legalidad a un referéndum que simplemente era una forma de reivindicación e inventaron apoyos internacionales inexistentes. Por ello pienso que no merecen una amnistía, aunque debo decir que también aquí las penas son insensatas y solamente han conseguido castigarles desmesuradamente a ellos y a sus familias, y convertirles en mártires, lo que favorece sin duda al independentismo. Si se trata de que no repitan semejantes hechos no hace falta que nadie vaya a la cárcel: basta con que se les inhabilite. En una situación tan delicada que requiere pacificar y dialogar, no ha ayudado en nada el proceso judicial. Al contrario. Creo que los indultos son imprescindibles para la reconstrucción de Cataluña, porque los errores y la falta de diálogo no provinieron tan solo de los dirigentes catalanes.

Sobre la DUI me pareció un sinsentido total, porque no había nada detrás de la pretendida “república catalana”, una falta de respeto a los catalanes no independentistas, que somos la mitad de la población, y una gran imprudencia. Me sentó fatal dar pie a un “155” y regalar Cataluña al PP. Si Puigdemont hubiera convocado elecciones, probablemente el independentismo las hubiera ganado gracias a la pésima y desproporcionada actuación de la policía nacional el 1 de octubre.  Pero ganó la mutua rivalidad entre independentistas, lo que se ha manifestado también en una forma caótica de gobernar Cataluña.

En este complicado culebrón, ni las instituciones catalanas ni las españolas han estado a la altura. Pacificar requiere hilar fino, pensar, evitar ruidos innecesarios, ser generoso, aplicar la ley con serenidad y objetividad, olvidarse de las redes sociales, escuchar atentamente a la otra parte y ser imaginativo. No caben otros dogmas que la simple democracia: ¿por qué no se puede cambiar la Constitución? ¿Por qué no se puede desarrollar un sistema más federal o simplemente más satisfactorio para todas las partes?  Estamos en una emergencia climática y todavía en plena pandemia. Muchísima gente vive en paro o en una gran precariedad laboral. Otros no tienen ninguna clase de ingreso. Es imprescindible consensuar medidas que sirvan para que, empezando por los más débiles, salgamos del atolladero. Aparcar un tiempo los nacionalismos catalán y español sin duda ayudaría.


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